martes, 6 de mayo de 2014

Artículo periodístico

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Localidad radial: la radio representativa y mediadora

En una entrevista realizada a José Ignacio López Vigil, conocido radialista cubano, se le planteó describir la realidad venezolana desde la perspeEn ctiva social, involucrando el papel de la radio comunitaria en este proceso. Después de una serie de argumentaciones, puso sobre el tapete la siguiente pregunta: “¿Estas ‘emisoras comunitarias’ son emisoras comunitarias o son órganos de propaganda del Gobierno?”, en referencia al evidente estado de descomposición colectiva de la sociedad venezolana en casi todos sus ámbitos.
Es inapelable conferir la importancia de este medio de comunicación, social y representativo, como órgano elemental en la mediación de fuerzas de poder social en una determinada localidad (o, en este caso, país). No es de extrañar, entonces, que el carácter pluralista se encuentra, por antonomasia, en la definición de “radio comunitaria”.
Por otro lado, el papel de la radio comunitaria en un entorno globalizado (como lo es, evidentemente, el actual) es mucho más complejo, pero no por eso menos posible. Su dominio participativo en cuanto a opinión (y defensa de opinión) sobre una comunidad y sus necesidades se refiere, le asigna una particular consideración al respecto. La participación de la población a la cual representa es el eje fundamental y la razón de ser de la radio comunitaria. Se entiende, entonces, como la expresión misma del pueblo (repito, al cual representa) y su problemática hacia el mundo.
¿La democracia está donde la radio está, o al revés?
Si planteamos la problemática de una comunidad (campesina, por ejemplo), básicamente ejercemos el derecho de participación como “comunidad campesina” en la sociedad. Una comunidad con una radio representativa (es decir, “radio comunitaria”) es una comunidad participativa. La lógica se centra, por tanto, en el hecho de que la radio comunitaria representa en sí misma a una parte de la población que antes carecía de voz y de voto en una determinada jurisdicción.
La democracia en una sociedad globalizada y a través de la “radio comunitaria” viene siendo determinada por la fuerza con la que se aprovecha este medio de expresión. Por medio de la radio comunitaria, como afirma Hernán Gutiérrez, se puede iniciar una “lucha por la democratización del Estado, su transparencia y rendición de cuentas”, en donde esencialmente se alcanza, al menos en parte, la tan mentada utopía (justicia social, convivencia pacífica, respeto por los derechos humanos y participación del pueblo).
¿Cómo manifestamos el papel de la radio de manera global, entonces?
                Evidentemente, habría que esperar la facilidad con la que surge esta proposición. La práctica es, otra vez, más engorrosa y poco menos admisible.
De la misma forma que con la democracia, habría que empezar por definir aquello que defiende una radio comunitaria respecto al pueblo del que se ampara. Empecemos por el surgimiento de nuevas necesidades, nuevos valores y actitudes en respuesta al asomo a nivel global de la sociedad civil.
Las comunidades, en general, buscan prosperar; pero en el proceso van adquiriendo un modelo de comportamiento respecto al grado en el que se desarrollan. Aquí entra el papel, de manera más definida, que desempeñaría la radio comunitaria en esta enrevesada transformación. Primero porque en respuesta al estallido de nuevas necesidades, se necesitará (valga la redundancia) una mayor libertad y un mejor apetito por la lucha de intereses. Un pueblo o comunidad próspera buscará mejoras en cuanto a infraestructura, como carreteras, hospitales, escuelas públicas y demás instituciones que el Estado deberá abastecer. Pero esto, ya se dijo antes, no es un proceso inmediato.
Segundo, la manera en la que se perciben “los nuevos valores” estará determinado también por el prototipo de conducta adoptado, pero más arraigadamente, por aquella ideología por la que se rige la radio comunitaria. Ésta no es para nada regresiva, sino al contrario, progresiva. Buscará el bien común o, mejor dicho, el bien de la comunidad a la cual defiende sin dejar de lado los asuntos nacionales.
Y por último, el surgimiento de los nuevos intereses en la comunidad se verá condicionado por la eficiencia de la radio comunitaria en cuanto a su responsabilidad social. Más concretamente, “no se le podrá abastecer a la población de todo en cuanto el gobierno no responda las necesidades principales, ni tampoco se apoyará en sus argumentos si éstos no son válidos respecto al cuidado de, por ejemplo, el medio ambiente”. Los intereses de la población, y los cuales defiende la radio comunitaria, serán mayores en cuanto más progreso haya, y hay una necesidad implícita por ampliar su horizonte.
¿Institucionalidad radial?
Es claro que el papel de la radio comunitaria, por su naturaleza, se ha definido en diversas formas, pero, ¿se puede hablar de la institucionalidad radial como un medio para la creación de organismos que sean capaces de fiscalizar el régimen tanto nacional, regional y local?
Si nos ajustamos a la explicación elemental de “radio comunitaria”, encontraremos una limitación, una barrera. Pero es una limitación ficticia, o, dicho de otro modo, tan solo semántica.
La radio comunitaria es denominada de muchas maneras. Se la conoce como radio popular o educativa en América Latina, radio rural o local en África, radio pública en Australia y radio libre o asociativa en Europa. Todos estos nombres describen el mismo fenómeno, o sea el conseguir hacerse oír y democratizar la comunicación a escala comunitaria”, según María Cristina Matta (1993).
Suscribiéndonos nuevamente a Hernán Gutiérrez, se afirma que la radio comunitaria (o local) posee cualidades que radican, por ejemplo, en su naturaleza, en su poder y representatividad, en su vocación democrática, su utilidad e identificación con la historia de su pueblo. Esto incluye el poder fiscalizador que tiene la radio comunitaria, su “poder institucionalizador”.
El encargo de mediador entre los ciudadanos y el Estado que cumple a cabalidad la radio comunitaria logra, a su vez, que se plantee el rol vigilante de los recursos que por derecho les pertenece. ¿Cómo se podría construir una escuela si, por ejemplo, existe un alto índice de corrupción en las instituciones que se encargan de ejecutar proyectos de ese tipo? ¿Cómo alzar la voz de protesta frente a las irregularidades cometidas por las autoridades ‘competentes’? ¿Cómo se pueden defender los derechos civiles? La respuesta salta a la vista: la radio comunitaria entra en acción.
La actuación por parte de la radio comunitaria en los asuntos del pueblo al cual representa es fundamental. Pero, ¿qué tan representativo es? Ciertamente es preciso aclarar que el objetivo de la radio comunitaria adicional al expuesto, es también como medio que sugiere soluciones, y no solo las demanda. Cumplido este objetivo, se puede reafirmar la representatividad de la radio comunitaria, pues juega “sus cartas” conforme a lo que desea disponer del Estado para su pueblo.
¿Qué tan identificada está la radio comunitaria con su pueblo, y viceversa? Indudablemente entran a tallar diferentes factores, entre los más importantes se encuentran la defensa de las raíces étnicas y tradiciones pueblerinas. Esto sugiere pensar, además, que la radio comunitaria no solo defiende y media por los intereses de su pueblo, sino que éstos van acorde con lo cual se identifica, formando así una equivalencia con las demás comunidades, sin dejar de lado su identidad.
Después de todo, la radio comunitaria “fuerza” la participación democrática. Y también la educa. La educa de acuerdo a los intereses de la comunidad. Priorizan, a su vez, nuevos temas relacionados con la calidad de vida, los derechos ciudadanos y los desafíos de la sobrevivencia. Y, finalmente, busca institucionalizar (o fiscalizar) los recursos. Protegerlos en pro de la comunidad.
La tarea de la radio comunitaria se basaría, principalmente, en la lucha constante por los ideales democráticos y la participación ciudadana de la comunidad que defiende, estimulando nuevas formas de implicación en los asuntos de la sociedad en la cual se desempeña sin dejar de lado los temas del Estado en su conjunto. “Todos tenemos que remar hacia la misma dirección”.

Y en esto, recalco, se está avanzando con pasos concretos, con programar como “América Latina en Red”, proyecto que ALER (Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica) ha puesto en agenda para la utilización de las nuevas tecnologías con el objetivo de “globalizar” las propuestas al conjunto de sociedades latinoamericanas (siempre a partir de la realidad comunal). ALER, apoya también el trabajo de radios populares bajo las líneas de acción como lo son: investigación, capacitación, asesoría, formación, intercomunicación y producción. Siendo herramientas con una extensa aplicación en cuanto a comunicaciones a nivel local y global (todo en uno).
Finalmente, el desempeño de las radios comunitarias en los asuntos locales (por definición) se ha provisto de un notable crecimiento en los últimos años. Su aplicabilidad de manera global (gracias al fenómeno globalizador) le deja con una interesante propuesta sobre cómo influirá en asuntos de índole nacional, por ejemplo. Siendo entonces uno de los medios de comunicación más importantes gracias a su carácter social, a su extensa gama de posibilidades en cuanto a comunicación, poder democrático y fiscalizador, utilidad e identificación con la población. Es el medio de comunicación además representativo y mediador de los intereses de la comunidad a la cual se debe.

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